sábado, 14 de enero de 2012

Los castigos físicos no sirven para educar y son una vulneración de los derechos infantiles

A veces escucho conversaciones en mi entorno acerca del tema de los cachetes u azotes en los niños, normalmente los comentarios se orientan hacia la necesidad de pegar ocasionalmente a los hijos, justificando este acto en aras a la correcta educación de los más pequeños. También veo pellizcos, estirones de pelo y tortazos, y me pregunto si después estas madres o estos padres sentirán culpabilidad.
Pero en realidad el castigo físico no sirve para el fin que algunos progenitores pretenden porque lejos de conseguir que sus hijos les respeten fomentan el desprecio de éstos hacia el adulto, por otra parte los sentimientos de hostilidad y los deseos de vengarse estarán presentes. Tan arraigado está este asunto en nuestra sociedad que aún hoy en día nos queremos permitir discutir acerca de que una paliza no es conveniente pero un cachete a tiempo sí.

Al pegar a un niño el adulto está sobrepasado por las circunstancias y ha perdido el control, de forma más o menos consciente se busca dominar el comportamiento del pequeño. Pero si un niño llega a interiorizar esto, puede que en el futuro sea una persona influenciable con su autocrítica disminuida, estoy hablando de casos graves en donde sistemáticamente se vulnera la integridad de los niños, pero debemos saber que si queremos educar a ciudadanos que piensen por sí mismos y, a la vez, tengan en cuenta a los demás deberíamos eliminar cualquier tipo de castigo de las prácticas parentales.
Creo que es un error gravísimo considerar cualquier tipo de vulneración del cuerpo de los niños como un acto correctivo, obviamente cuando los adultos pegan a los pequeños están enseñándoles que no tienen los mismos derechos (o que son menos personas). Sería impensable que nuestro jefe o pareja nos diera un tortazo sin que ello tuviera algún tipo de repercusión, es decir para mí no existe discusión, simplemente si un padre o madre pega al niño le está maltratando

Sí que es diferente dar una paliza, un empujón o un cachete, pero lo es por el grado de violencia implícita y quizás por las consecuencias físicas que ello puede tener. Sin embargo cuando en el seno de una familia se utiliza el castigo físico cotidianamente, los daños psicológicos no aparecen dependiendo de la fuerza o duración de lo ocurrido, simplemente echarán raíces en esa personita quien aprenderá que la violencia puede ser común y aceptada entre personas.
Creo que todos tenemos claro que cualquiera de nosotros se ha visto desbordado en algún momento en el ámbito de la crianza de nuestros hijos, sin embargo ello no debería justificar que descarguemos nuestras emociones en los más pequeños, en forma de golpes o humillaciones. Si esto llegara a ocurrir haremos muy bien si realizamos un ejercicio de introspección buscando maneras más efectivas de relacionarnos, y sobre todo si nos despojamos de complejos y pedimos perdón al niño.
Otro asunto muy diferente es que los padres debemos educar a nuestros hijos, y ello implique establecer límites coherentes y consecuentes. Sólo la empatía, comprensión, cercanía y amor formaran personas educadas, respetuosas y atentas con los demás.

Emocionarse con las Emociones

http://educacioninfantilpanconchocolate.blogspot.com/2012/01/emocionarse-con-las-emociones.html



Tras leer acerca de la educación emocional y encontrar experiencias como las que encontré en el blog http://www.silvina-porelcaminodelasemociones.blogspot.com/ me "emocioné con las emociones" y decidí transportar a los niños al lugar que me encontraba yo... un lugar donde hablar de lo que uno siente es algo necesario, permitido, natural y esperado.

Así rescaté cuentos de mi estantería e hice mías algunas actividades del blog de Silvina que me parecieron perfectas para hacer en clase:


-     El reloj de las emociones: colocábamos la flecha en una u otra emoción, en función de las situaciones y sentimientos que estaba atravesando el personaje del cuento que estuviéramos contando. A los niños les encantaba ser ellos los que decidían qué emoción primaba en cada ocasión, así que tuvimos que decidir que el que colocaba el reloj era el encargado del día, para evitar disputas.

-     El panel de las normas:clasificamos acciones que nos ponen alegres y acciones que nos ponen tristes.  (pegar nos pone tristes, compartir nos pone alegres, gritar nos pone tristes, etc.). Lo bueno de esta actividad fueron las nuevas aportaciones de los niños que se salían de las propuestas iniciales; así añadimos por propuesta de los alumnos: sacarse mocos, romper las cosas (que decidieron que lo colocaríamos en "triste") y reirse entre otras... 
-     Los corazones de los sentimientos: cada corazón lleva pegado una fotografía de una expresión recortada de una revista (triste, contento, enfadado). Cada tarde en el encuentro después del patio nos preguntábamos ¿cómo me siento hoy? Los niños elegían el corazón de la expresión que se ajustaba más a cómo se sientían y explicaban por qué. A veces los adultos pecamos en subestimar a los niños... no esperaba yo encontrar tal cantidad de sentimientos y emociones en personas tan menudas: celos, rabia, miedo, sorpresa, empatía... y ellos mismos sabían explicar lo que era y cuándo lo sentían ("cuando mi papá está con mi mamá y no me hace caso", "cuando mi mamá le da besos a mi hermano", "eso también me pasa a mi...". 



Las emociones nos daban para mucho... aparecían en cualquier sitio y nos ayudaban a expresarnos y a comprendernos los unos a los otros. Nos han aportado paz y a la vez nos han hecho vibrar. Desde luego los objetivos que nos propusimos se vieron superados con creces...





El rincón de la amistad

de La mariposa azul, el jueves, 18 de noviembre de 2010 a la(s) 22:31 
Una propuesta para solucionar los conflictos entre el alumnado.

Durante un programa  de educación emocional que llevamos a cabo en mi centro, el colegio José Soto Micó de Valencia, surgio la idea de crear un espacio en el aula donde el alumnado pudiera acudir a solucionar los conflictos con sus compañeros/as de clase. En un primer momento acompañados/as por su tutor/a, y poco a poco solos/as.

Este curso hemos retomado el proyecto de educación en valores y  durante el primer trimestre estamos creando  en  todas las clases de educación infantil  el rincón de la amistad.
Para iniciar nuestro proyecto de valores nos parecio muy interesante comenzar con el valor de la amistad y la resolución de conflictos.

El rincón lo ha decorado nuestro alumnado con fotos, dibujos, frases,...relacionadas con la amistad. Al inicio del curso escolar  informamos a las familias de nuestro proyecto de educación en valoresy les pedimos colaboración para la decoración del rincón de la amistad. Estamos convencidos que sin la implicación de las familias sería imposible llevar a cabo este proyecto anual.
Nuestro objetivo es crear un espacio en la clase donde el alumnado   se sienta cómodo y al que pueda acudir a resolver sus conflictos.
A través de cuentos, dramatizaciones y mucha conversación...les explicamos las opciones que tienen cuando un/a amigo/a no les trata bien.

Siempre tienen que buscar soluciones:
  1. Le digo que no me gusta lo que hace.
  2. Se lo repito más veces si no me hace caso.
  3. Busco ayuda.
  4. Me alejo.
  5. Hablamos en el rincón de la amistad de clase. Hacemos un trato.
  6. Nos pedimos perdón.

El segundón

Por:  12 de enero de 2012


http://blogs.elpais.com/mamas-papas/2012/01/el-segundon-1.html



Hola, me llamo Cristóbal, nombre ficticio, por supuesto. Tengo seis meses.
Define "segundón" la Real Academia de la Lengua:
1. Hijo segundo de la casa.
2. Hijo no primogénito.
3. Persona que ocupa un puesto o cargo inferior al más importante o de mayor categoría. En esta última, la RAE tiene el detalle de añadir que se trata de una acepción de uso "coloquial".
En las familias de rancio abolengo, prosapia y tronío, sobre todo en el pasado, el segundón era poco más que un bastardo. El primogénito se llevaba la parte del león de la herencia -los títulos, las rentas, las tierras, la cubertería fina, la plata y la cristalería de la abuela-, mientras que los nacidos después tenían que conformarse con las migajas, si las había. A mis seis meses, ya me he dado cuenta de que soy un segundón. Os cuento unas cuantas cosas y lo vemos.
Por empezar, empiezo por el nacimiento. Mi hermano mayor hizo amago de venir al mundo de madrugada, como debe ser. Mis padres salieron de la cama que ni sabían dónde estaba la puerta de la habitación, cogieron el coche, estoy seguro de que la documentación no, corrieron al hospital y allí les dijeron que para qué las prisas, que la cosa estaba verde. Debieron de verles, no obstante, cara de primerizos -me consta que mi padre estuvo catatónico hasta el primer cumpleaños de la criatura- porque les dejaron quedarse y, tras quince horas de hacerse desear, nació mi hermano. Se aseguró en ese tiempo la atención de todos. A mí me dio por nacer una tardecita de verano y mira que avisé, con una ruptura de aguas de película. Pues, nada, hubo que esperar a que se presentaran los abuelos para no dejar solo en casa al tate -¿quién demonios es responsable de este palabro?- o llevarle a un hospital, oh, no, qué horror. En tres horas había nacido, ya veis, casi me mandan para casa el mismo día. A donde me mandaron fue al nido la primera noche, no fuera que mis padres me cogieran cariño. No te creas que protestaron, los jodíos.
Ya en casa, empecé a darme cuenta de por dónde iban los tiros. Me colocaron en unacunita cuyo colchón tenía, curiosamente, la forma de mi hermano. No me quedaron más cáscaras que adoptar su postura. Hacía un calor del diablo, pero, como algo había que llevar puesto, algo de ropita me pusieron. ¿De quién? De mi hermano. Toda. Este es un aspecto que no ha cambiado en este tiempo, salvo contadas excepciones -gracias, compañeros, amigos y otros outsiders que me han regalado prendas a estrenar. ¡Qué suavecitas!
Pese a mis denodados esfuerzos, que yo también sé gritar, he pasado muchas horas a solas con mis reflexiones. Si mis datos son correctos, el primogénito estuvo bajo vigilancia 7/24 durante muchos de sus primeros meses. He escuchado relatar a mi madre una preciosa anécdota según la cual ni siquiera se duchaba estando de baja hasta que no llegaba mi padre de trabajar, por no dejar al heredero a solas. Mi amado padre, mucho más arrojado, lo colocaba al lado de la ducha. La higiene de mis padres, en cuanto a mi se refiere, ha mejorado muchísimo. En la mencionada cunita estuve hasta que los pies me colgaban, porque lo de montar la cuna grande... ¡qué pereza! Sé de buena tinta que ambas cunas estaban instaladas en mi casa antes de que mi hermano naciese. En cualquiera de las dos, salvo honrosas excepciones, me las he tenido que arreglar paradormir como he podido. Han practicado conmigo una suerte de método Estivill de fabricación casera consistente en tumbarme, ponerme un chupete -al principio no los podía ni ver- y aguzar el oído para, desde el otro lado de la casa, saber mi opinión. Sé que existe un intercomunicador-proyector musical que fue compañero inseparable de mi hermano en sus primeros tiempos porque una vez mi madre lo mencionó al buscar el cargador de otro aparato. Humidifica-¿qué?
Ya que menciono el humidifica-nosequé, tampoco se ha andado mi parentela con demasiado remilgo con eso de la desinfección. Estuvieron esterilizando biberones y demás como mucho tres meses, mientras que a mi hermano le esterilizaron hasta el uniforme del primer año de cole. Mi resistencia a los virus es mayor que la suya, eso sí, porque cosa que se me cae al suelo, cosa que me devuelven tras una sacudida asi, como de soslayo, pese a que tengo el vicio insuperable de metérmelo todo en la boca, así sea una batería de coche, qué queréis que os diga, dicen que es la edad. Si el primogénito tenía la ocurrencia de dejar caer algo de sus manos, acudían prestos Mulder y Scully, os lo juro. Mamá y papá, además, debían de tener en garantía un detector de evacuaciones, porque no pasaba mojado/embarrado el tío ni dos minutos. No me extiendo en escatologías: sólo digo que he gastado la mitad de pañales que mi predecesor.
Y ya, por no aburrir, termino con la comida. No es que coma mal, no, mis magras carnes lo atestiguan. Ahora, si hubiese sido difícil para este menester, no sé qué gallo me habría cantado. Al mayor hasta le bailaban la sardana para que comiese -mi padre representaba un numerito perfectamente ridículo para que se tragase el puré, ya sabéis, aquello de "con un poco de azúcar esa píldora que os dan..."- y los biberones estaban constituidos con agua mineral o esterilizada exactamente a 38,13 grados. Yo me los he tomado fríos, ardientes e incluso recalentados, con agua hervida, mineral o del grifo, según el caso. Mispurés de fruta llevan plátano, pera, manzana, una galleta y un chorrete de zumo de naranja de brick. Y están buenísimos, oiga. Sé que los de mi hermano tenían hasta aroma de papaya y, si no había naranjas o mandarinas para hacer zumo, se movilizaba hasta al Gobierno valenciano. Del de verduras estoy empezando a disfrutar ahora. Antes, si lo quería, bien. Si no, biberonazo y a dormir.
Bueno, pues eso, a dormir. Os dejo. Si alguno quiere hacerme compañía con sus experiencias, encantado estoy de escucharle, a ver si las penas compartidas son menos, como con pan. Y que conste que a mis padres les quiero...

El maltrato en la niñez podría relacionarse con la alteración en el cerebro adolescente

http://www.neurologia.com/sec/RSS/noticias.php?idNoticia=3248

02/01/2012

Los abusos en la niñez podrían asociarse con alteraciones en el cerebro adolescente, según una nueva investigación, publicada en la revista Archives of Pediatric & Adolescent Medicine, y que ha hallado que los adolescentes que habían sido víctimas de abuso o de alguna negligencia presentan menos materia gris en algunas áreas del cerebro, en comparación con los que no habían sufrido ningún tipo de maltrato.Las áreas afectadas del cerebro eran diferentes entre los chicos y las chicas, lo que podría estar relacionado con si los adolescentes habían sufrido un abuso o negligencia de tipo físico o emocional.
Se observaron reducciones en la materia gris de las áreas prefrontales del cerebro, independientemente de si el adolescente había sufrido abuso físico o emocional. en cambio, la reducción de materia gris en otras áreas del cerebro dependía del tipo de maltrato sufrido. En los chicos, la reducción en la materia gris parecía concentrarse en áreas del cerebro asociadas con el control de los impulsos o el abuso de sustancias. En las chicas, en cambio, la reducción se observó en las zonas del cerebro relacionadas con la depresión.
[Arch Pediatr Adolesc Med 2011]
Edmiston EE, Wang F, Mazure CM, Guiney J, Sinha R, Mayes LC, et al.

Alternativas al castigo


El Castigo pone fin inmediatamente a la conducta indeseada. 
Un grito, un azote, mandar al niño al rincón o tiempo-fuera, tiene efectos mágicos….., pero sólo inmediatos.
 
Además, ese efecto tan rápido viene acompañado de consecuencias negativas a largo plazo:
- En el caso del castigo físico se está enseñando a los niños (tanto al que lo sufre como a posibles niños observadores) que la violencia sirve para resolver los problemas.
- El niño aprende a ser más cuidadoso para que la próxima vez no le pillen, pero no aprende necesariamente a ser más responsable.
- Con el castigo no se le enseña el buen comportamiento, si acaso lo que no se debe hacer.
- El castigo crea resentimiento y deseos de venganza.
- El castigo humilla y afecta la autoestima del niño.

Pero, ¿por qué si el castigo tiene tantos efectos negativos se continúa utilizando?.Estas pueden ser algunas de las causas de que eso ocurra:
- Es el principal método educativo que hemos aprendido en la infancia.
- Los resultados son inmediatos: Por un lado desahoga al adulto de la propia frustración, y por otra, pone fin a la conducta, como hemos dicho, inmediatamente.
- Los efectos negativos son a largo plazo. A muy corto plazo parece que no tiene consecuencias negativas

Dado los efectos tan negativos del castigo, ¿qué otras alternativas existen?. ¿Cómo podemos hacer ver a los niños que no nos gusta su comportamiento, que deben corregirse, pero sin castigarles, humillarles o hacerles sentirse mal?
Adele Faber y E. Mazlish, en “Cómo hablar con sus hijos para que estudien en casa y en el colegio”, proponen algunas pautas de actuación como alternativas al castigo:

1- Manifestar nuestro total desacuerdo con su conducta. Aquí no atacamos al niño, sino a su comportamiento.
2- Manifestarle lo que esperamos de él. Le hacemos ver lo que nos gustaría que ocurriera o cómo debería comportarse
3- Mostrarle cómo rectificar. Se le enseña la conducta correcta para que la próxima vez no cometa el mismo error.
4- Si el niño continuara con su mal comportamiento o no rectificara su conducta, habría que pasar a la práctica, comenzando por presentarle opciones de comportamiento.
5- Finalmente, hay que aplicar consecuencias.

 
Un ejemplo puede servir para aclarar estos consejos:

El niño está remoloneando con los deberes, sin cumplir con la norma de hacer sus trabajos después de merendar. La alternativa al castigo que se plantea es la siguiente:

- Manifestamos nuestro desacuerdo con rotundidad:
“Me parece mal que no hayas cumplido tu compromiso de hacer los deberes después de la merienda”
- Manifestamos lo que esperamos de él
“Me gustaría que te pusieras a hacer las tareas como prometiste”
- Mostrarle como rectificar:
“Has sacado los juguetes nada más merendar y ya te has distraído. Creo que sería mejor que pasaras directamente de la merienda a empezar los deberes”
Si el niño continuara sin ponerse a trabajar:
- Darle opciones:
“Puedes ponerte a hacer los deberes ahora, o dar mañana explicaciones a tu profesor
- Aplicar consecuencias:
"Tendrás que recoger el material, porque ya ha pasado la hora de los deberes".
En este ejemplo, no se ha aplicado ningún castigo, sino una consecuencia lógica: el niño tendrá que asumir su responsabilidad al no llevar hecha la tarea. Se supone que esa consecuencia (el tener que dar explicaciones y hacer la tarea atrasada en su tiempo libre del colegio) hará que el niño al día siguiente sea más diligente. Lógicamente, si con eso sólo se consiguiera que el niño se librara de hacerlo, habría que cambiar la consecuencia.

Se comprueba la influencia materna en el cerebro

INSTITUTO MAX PLANCK
12/01/2012

Se comprueba la influencia materna en el cerebro

Científicos del Instituto Max Planck de Investigación Médica de Alemania demostraron que la atención materna puede potenciar los efectos de un neurotransmisor implicado en procesos fisiológicos y del comportamiento.

Madres atentas y no tanto

Para el estudio, los científicos utilizaron ratones recién nacidos a los que se les habían desactivados los receptores neuronales del NPYde manera selectiva. Estos ratones fueron criados por madres que presentaban distintos comportamientos hacia las crías.Uno de los grupos de madres pertenecía a una variedad que cuida de manera ejemplar a sus descendientes. Estas hembras pasan mucho tiempo con sus crías, las alimentan con frecuencia y, además, les proporcionan un contacto físico intensivo. En el sistema límbico de los ratones que crecieron con estas madres, se formaron nuevos receptores neuronales para el NPY. Otro grupo de hembras fue programado para darle menos atención a las crías. En este caso, el número de receptores neuronales para el NPY en los jóvenes ratones no se incrementó. 

Este hallazgo ayuda a comprender mejor cómo las experiencias vividas al nacer pueden afectar a cualquier organismo posteriormente, en su edad adulta.Este hallazgo ayuda a comprender mejor cómo las experiencias vividas al nacer pueden afectar a cualquier organismo posteriormente, en su edad adulta. SegúnSprengel"Los resultados de este estudio demuestran cómo el cuidado maternal y la atención tienen un impacto sostenido en la química del sistema límbico". En consecuencia, el comportamiento maternal puede influir en las emociones y en la constitución física de los descendientes para siempre.

Otros estudios 

En 2009, científicos de la Universidad Ryerson de Canadá demostraron 
que, en el caso de los humanos, el vínculo madre-bebé afecta al desarrollo del cerebro de los niños. La investigación reveló, en concreto, que la ausencia o la debilidad del vínculo madre-hijo en los primeros meses de vida de los pequeños está relacionada con la ansiedad, la depresión, la agresividad y la hostilidad de los descendientes, en otras épocas de sus vidas. Por otro lado, este estudio constató que la calidad del vínculo madre-hijo afecta al llamado Eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (Eje HHA), un sistema que regula las reacciones ante situaciones de estrés, incluida la segregación de cortisona (hormona del estrés). 

Otra investigación, realizada en 2010 por científicos de la Yale University School of Medicine de EEUU, demostró que el destete y la separación precoces de la madre (por tanto, la ausencia de desarrollo del lazo madre-hijo) propician la hiperactividad y la ansiedad a largo plazo, en el caso de crías de ratones.